viernes. 19.04.2024
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¿Cómo llegaste al proyecto?

Arcadia (la productora) había participado en mi película Te quiero imbécil (2020), era una productora con la que yo había contactado porque tenía muchas ganas de trabajar con ellos. De esa buena experiencia me ofrecieron reescribir el guion de este proyecto.

 

¿Cómo ha sido la adaptación respecto a la original argentina? La original es de 2008, ¿habéis actualizado gags y temas para que casen más con las sensibilidades del presente?

La reescritura pasó por dos etapas, lo escribí con un chico que se llama Pol Cortecans. En primer lugar, quise acercarlo a la cultura más española. Y luego hacer el proyecto más mío. Tenía muchas ganas de estar muy cerca de estos personajes, me parece que son tres personas muy entrañables. Y a pesar de que son tres peces fuera del agua, tres personajes que comienzan un poco hundidos, consiguen que te enamores de ellos y te hagan sonreír. Son capaces de bordar lo que es una comedia optimista y vitalista.

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¿Tenías claro el reparto?

El reparto nunca lo tengo claro a la hora de escribir, es algo que va surgiendo, porque primero tengo que conocer a los personajes. A medida que avanza la escritura, se van forzando, gestando y, una vez con el guion ya acabado, se inicia el proceso de casting. Se tiene que saber quién es el más adecuado para cada papel y el engranaje también que tiene que existir entre ellos, porque un actor nunca va a funcionar solo. Se tiene que saber si hay química entre ellos.

 

Gracias a la película, hemos podido disfrutar de un registro cómico-arisco en Belén Cuesta que pocas veces habíamos podido presenciar. Junto a ella, Diego Martín refinando el papel de indeciso cobarde. ¿Cómo fue trabajar junto a ellos y cómo construyeron una relación que, dentro del hastío, transmite química?

Trabajar tanto con Belén Cuesta como con Diego Martín ha sido un verdadero lujo. Estuvimos ensayando antes del rodaje, esto nos permitió que se conocieran mucho más, poner en común las relaciones entre ellos y que llegásemos a rodar en un ambiente muy cómodo, muy distendido y todos conociendo bien su personaje.

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A Hugo Silva le ha tocado casi una parodia de los galanes que hacía a finales de los 2000s e inicios de los 2010s. ¿Erais conscientes de ello?

A Hugo le dije: “Tú eres Jack Sparrow. Vamos a hacer aquí Piratas del Caribe”. Es ese galán, que fue un gran conquistador, que se ha venido a menos. Vive completamente dejado, que parece un náufrago, y tiene que reconquistar otra vez al espejo. Volver a mirarse al espejo y volver a gustarse. Eso es algo que tienen que hacer los 3 personajes. Yo hago hincapié en que son tres personajes que han ido olvidando por el camino los sueños que tuvieron. Están pasando por una crisis de los treinta, a pesar de que yo digo que cada diez años hay una crisis. Han ido abandonando esos sueños y tienen que mirarse otra vez y saber dónde están. Diego, por ejemplo, quería ser fotógrafo y acabó cuidando de la tienda de su padre; ella (Belén Cuesta) era periodista, y acabó encerrada en su casa maldiciendo de todo porque dice que no se puede decir la verdad; y el personaje de Hugo era un galán que se dedicaba a conquistar a las mujeres y acaba hundido en un barco, aislado, por culpa de haberse enamorado. Estos tres personajes tendrán que enfrentarse a sus miedos y volver a reconquistar la persona que fueron.

 

Dentro de tu filmografía variada, impera la comedia. ¿Es el género en el que te sientes más cómoda?

Es verdad que yo he hecho películas de géneros muy diferentes. Palabras encadenadas (2003), que era un thriller psicológico; películas históricas como Clara Campoamor. La mujer olvidada (2011), Frederica Montseny, la dona que parla (2021), Concepción Arenal, la visitadora de cárceles (2012); pero es verdad que el género que en la comedia me siento muy cómoda. Es lo que a mí me nace a la hora de escribir, que eso es muy importante, y me parece un género absolutamente necesario. Yo siempre reivindico la importancia de la comedia. Pocas comedias vemos que ganen Goyas o Oscars, y eso es porque no se le da importancia que se merece. Y es sencillamente una manera diferente y mediante la sonrisa de llegar al público. Pero no por ello es menos importante que cualquier drama.

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